La niebla

La noche había caído ya, la luna llena era ocultada ocasionalmente por las oscuras nubes. La imaginación le hacia ver cosas que no eran. La noche de difuntos se decía que si caía la noche y no habías llegado a tu hogar, estabas perdido. Angustiado, corría por el oscuro bosque, tropezando cada dos por tres, con las viejas raíces de los árboles milenarios."Me observan" pensó Marcelo con pavor, "el bosque esta maldito". Se levantó de nuevo del suelo y siguió su fuga hacia ninguna parte, ya que apenas la luz de la luna y las numerables ramas de los árboles apenas le dejaban ver por donde iba. De repente, algo trajo su atención. Era una sombra oscura que se movía entre los troncos de los árboles, con sigilo. Marcelo se maldijo, "es un lobo" pensó asustado. Se quedó inmóvil, con la posibilidad de que no lo viera. Pero aquella sombra, si lo vio, pues se aproximaba poco a poco. Marcelo temblando de pies a cabeza, intentó huir, pero el miedo lo paralizó por completo. De pronto, como surgida del Averno, una espesa niebla lo cubrió todo. "¿Qué ocurría? pensó desorientado ¿De dónde ha surgido esta niebla?. Miró a su alrededor, buscando un punto de referencia, no encontró nada, salvo niebla y oscuridad. No supo cuanto tiempo estuvo así, de todos modos decidió caminar con cautela. Rezo en varias ocasiones a Dios, a los santos de su pueblo y a la patrona de la región, en busca de protección. En ese momento, la niebla como había llegado, se esfumó. Dio un suspiro de alivio, aunque seguía todo semi oscuro, avanzó un poco y vio algo moverse frente a él. Era alguien paralizado por el miedo. Se aproximo un poco mas, lo justo para ver que era él mismo. Dio un grito de asombro en el momento en que su otro yo se desvanecía en una espesa niebla. Marcelo cayó al suelo consternado y así se quedó toda la noche, sin dormir ni articular palabra. Al día siguiente, algunos hombres del pueblo lo encontraron, aun vivo, con la cara desencajada, pálido como la cera y sin hablar. Así paso el resto de su vida.

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