Justicia

Cuando le llevo su hora y me vio, se quedo perplejo primero y sorprendido después. Quiso hablar, pero no pudo. Yo le sonreía y él me miraba, sin apartar sus ojos de los míos. Pude leer en su rostro la expresión de desconcierto. No entendía que hacíamos ahí los dos. El tiempo no existía ahi donde estábamos. Al final entendió lo que había pasado y desapareció de mi vista, cuando "ellos" vinieron a buscarlo para la tortura eterna. Se marchó gritando y pidiendo perdón. Mi asesino se libró de la justicia del hombre, engañando y ocultado pruebas de mi asesinato, pero nunca, nunca iba a engañar a la justicia divina y ahora pagaría por arrebatarme la vida.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Vaya, me dejaste sin palabras, esta excelente!!! aplausos!!!
Rakel ha dicho que…
Me alegra que te haya gustado.

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