LA CUEVA (Segunda parte)

Estaba tan sumamente espantado, que cuando volvió a casa, se pasó por la parroquia para hablar con el párroco.

-Don Genaro, ese hombre esta poseido -le decia Martín temblando de terror- Si hubieras oido su carcajada -se santiguó.
-No te preocupes hijo. Mañana ire a ver a ese desdichado.
-Llevese agua bendita, padre.
-Asi lo haré.

A la mañana siguiente, Martín acompañó a Don Genaro a las próximidades de la cueva. Allí entre unos matorrales se encontraba Daniel con una azada, arrancando las malas hierbas. Don Genaro se despidio de Martín y puso rumbo hacia la cueva. Martín no se movió de su sitio, temiendo a que algo horrible ocurriera. El miedo y el pánico le impedia moverse. Vio como el párroco ya habia llegado hasta Daniel. Estuvieron hablando un buen rato, todo iba bien hasta que Don Genaro se santiguó varias veces seguidas, hacia aspamientos y sacó de su hábito el agua bendita. Se la fue echando encima a Daniel, este por su parte se reia y burlandose del párroco. Al ver la reacción del forastero, Don Genaro lo dejó alli, salió espantando ante aquella acción. Le comentó a Martín que aquel hombre estaba poseido por el diablo y ambos abandonaron el lugar. Al siguiente domingo, tras la misa, Don Genaro propuso sacar al patrón en procesión para que aquel orastero enviado del diablo, se marchara y pedir a la divinidad y a Dios, protección ante el mal que sehabia instalado en el pueblo. De este modo, todos salieron de procesión llevando al santo patrón entre cuatro. Cantando salvas, rezando y pidiendo la tan ansiada protección. A medida que se acercaban, el miedo se les fue apoderando, a cada paso que daban. con las oraciones, la gente iban espantadon sus males. Al llegar a unos pocos metros de la cueva, pararon un momento. Daniel estaba alli, ante la entrada de la cueva, en la cual, habia instalado una gran puerta enrejada. Un pequeño camino discurria hasta el camino principal. Los matojos habian desaparecido y daban al lugar una sensación menos tenebrosa. Un camión se encontraba estacionado a un lado del camino. Dentro se percibia cajones grandes y un par de cofres antiguos. Un hombre echó una lona porencima, despues se dispuso a fumar. Don Genaro se aproximó a Don Ramón y le susurro algo al oido, pero no pudo terminar de comentarle lo que sea,pues fue interrumpindo por Daniel.

-¿Qué? ¿De procesión? -dijo sacudiendose las manos y sin dejar de mirarlos a todos algo sorprendido.
-Si, hijo asi es. He visto que el mal campa a sus anchas por estas tierras.
-Y han sacado al santo para ahuyentar al "diablo" -comentó Daniel con rentintín.
-¡Sin lugar a dudas, el diablo te ha poseido! -bramó Don Genaro echandole encima agua bendita.

Daniel se quedó sorprendido y divertido al mismo tiempo. Estuvo un rato observando al párroco rezar, junto al resto de hombres alli presente.

-Señores, por favor -dijo Daniel interrumpiendo la oración- Me parece estupendo, padre, me puede hacer un favor. Quisiera que bendiga mi cueva.

El párroco quedó perplejo, al igual que a los demas. Martín paseó su mirada de Don Genaro a Daniel, asustado más que sorprendido. Algo temeroso, el párroco aceptó santiguandose. Daniel le pidió que lo siguiera. Todos los hombres los siguieron hasta la entrada de la cueva. Habia una gran reja con cerrojo en la entrada. Daniel sacó de lun bolsillo del pantalón una llave y la introdujo en la cerradura. La llave giró, abriendo la puerta que chirrió levemente. Don Genaro comenzó una homilia acompañada con agua bendita. Daniel invitó a todos a entrar. Martín dudó un momento, pero fue de los primeros junto al párroco en traspsar la verja. Daniel les incitó a penetrar hasta el fondo. Martín miró a su alrededor con temor a que le apareciese el espectro de alguna de las brujas, mientras oía las oraciones de Don Genaro.

-Venga a ver esto -anunció Daniel indicando con una mano a una roca.

Todos se aproximaron temerosos, Don Genaro siguió rezando y echando agua bendita en todas direcciones. Tras una roca que habia sido movida por alguien, se veia un amplió agujero, del cual, desdencia unas escaleras escarvadas enla roca. Daniel encendió una linterna que tenia ahí y pidió a todos que lo siguieran. Bajaron todos en silencio. Lo que vieron los ojos de Martín no fue una oscura y tetrica cueva donde habia ocurrido trágicos acontecimientos, sino todo lo contrario. Allá donde Daniel iluminaba con la linterna, cientos de cristales de colores brillaban con fulgor. Miles de ellos incrustados en las paredes, en el techo y en el suelo. Las estalactitas y estalagmitas tambien brillaban conlos cristales. Añadiendo a tal belleza, una cascada de fresca agua caia dandole al lugar un toque más mágico que lo que era en un principio. El rio originado, discurria con total normalidad. En su fondo, tambien brillaban los cristales. Daniel les contó que aparte de encotrar esa maravilla, habia encontrado un cuantioso tesor, compuesto por monedas de oro, plata, joyas, cálices y un largo ecetera. Se habia hecho rico. Al enterarse el alcalde, denunció a Daniel por mentirle y persuadirle para venderle la cueva, a lo que el aludido añadió:

-Ignoraba la existencia de tal tesoro en la cueva. Yo fui el primer sorprendido al descubrirlo. Sin lugar a dudas, quien escondió aquel tesoro, debió inventarse esa historia de brujas malvadas para que nadie se acercara por alli.

Ni el alcalde ni todo el pueblo pudieron hacer nada. Habian vendido la cueva y ya no era propiedad del pueblo, la habian perdido por ignorancia y por mieod a conocer su interior. Un interior bello y maravillosos, muy distinto a su aspecto exterior. Las cosas no son como se ven a simple vista, las apariencias engañan.

FIN

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