Microrrelato
Todo paró de repente. Los edificios no eran más que un montón de escombros y polvo. La gente deambulaban perdida por lo que, minutos antes, fueran las calles de Puerto Principe. El aire se habia enrarecido, tanto, que no le permitia pensar en ese momento. Todavia estaba algo aturdida por la sacudida, pero pronto recobró el sentido de la realidad. Tragó saliva y fue a cumplir con su deber. Habia llegado allí nada más producirse el terremoto y parte de su trabajo ya lo había cumplido. Todavía quedaba gente atrapada entre los escombros. Y ella, Muerte, iba a por ellos.
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